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martes, 20 de noviembre de 2007

La Revolución.

De nuevo, bienvenidos a mi blog, amables lectores.
Esta ocasión, les hablaré acerca de la efeméride que celebramos hoy, 20 de Noviembre, la cual, para muchos, ya resulta una estupidez "celebrarla" y para otros, resulta algo insignificante. Me refiero a la Revolución Mexicana.
Comienzo por una pregunta: ¿La Revolución tenía que hacernos justicia a nosotros los contemporáneos a ella? Primero respóndanla personalmente.
Ahora, comienzo haciendo una síntesis de la Revolución.
El General Porfirio Díaz Mori (odiado por muchos y alabado por otros) inició su gestión Presidencial en 1876, cuando contaba con 46 años de edad. Impidió que el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, José María Iglesias, llegara a la Presidencia de la República tal y como lo marcaba la Constitución de 1857.
Así pasaron los años, y Don Porfirio también se volvía viejo cada vez más. Le cedió la Presidencia de la República a su compadre, Manuel González, de 1880 a 1884, para luego retomarla de 1884 a 1911.
En 1908, el Presidente Porfirio Díaz tuvo una entrevista con el periodista gringo James Creelman, a quien le aseguraba que para las elecciones de 1910, habría una sucesión presidencial democrática y que aceptaría a cualquier partido de oposición que viniere para sucederle en el poder.
Un joven coahuilense, al saber de la noticia que dio el Presidente Díaz, comenzó a "tomar cartas" para comprobar si el Presidente decía o no la verdad. Era Francisco I. Madero.
Así, pues, se entrevistó con Porfirio Díaz y le planteaba la idea de una sucesión presidencial realmente democrática. Don Porfirio no "lo peló" mucho, pero inició una persecusión contra Madero, pensando, evidentemente, que podría ser un peligro para su presidencia. Lo mandó encarcelar, y, en San Luis Potosí, Madero redactó un Plan donde decía que deberían levantarse en armas lo más pronto posible contra el gobierno de Díaz. El Presidente no cumplió su promesa de no reelegirse y, en 1910, tuvo su última reelección.
La voz de Madero y sus ideales llegaron a Puebla, donde una familia se parapetó en su casa y comenzó a combatir a las tropas Federales. Eran los Serdán. En su casa, Aquiles y otros de sus hermanos, murieron víctimas de las balas de los Federales. Serían los primeros mártires de la Revolución. El 20 de Noviembre de 1910, tras esos acontecimientos, dio inicio la Revolución.
Madero se fugó de la cárcel y comenzó a propagar las ideas de democracia y justicia, anhelos que se habían visto mermados en el régimen de Porfirio Díaz. Así, también se levantaron en armas Francisco Villa en el norte, Emiliano Zapata en el sur, Pascual Orozco en el noreste, entre otros caudillos más.
Los rezagos del régimen porfirista fueron prontamente exterminados, salvo en la capital del país. Así, ante la situación tan grave que podría enfrentar Porfirio Díaz y su Vicepresidente, Ramón Corral, decidieron renunciar el 25 de Mayo de 1911, dejando en la Presidencia Interina a Francisco León de la Barra, quien convocó a elecciones donde resultaron ganadores Francisco I. Madero para Presidente y José María Pino Suárez para Vicepresidente del país.
El régimen maderista fue más bien débil, aunque hubo generales como Felipe Ángeles, quienes le dieron lealtad. Además, el 9 de Febrero de 1913, antes de comenzar la "Decena Trágica" en la Ciudad de México, los Alumnos del H. Colegio Militar le juraron lealtad también. Sin embargo, Madero no pudo quitarse de encima la sombra de Victoriano Huerta ni de Félix Díaz, sobrino de Don Porfirio, quienes, junto con el Embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, preparaban ya su derrocamiento. Así, durante la Decena Trágica (9-22 de Febrero de 1913), el 18 de Febrero de 1913, sería martirizado y asesinado en la Ciudadela, el hermano del Presidente Francisco I. Madero, Gustavo A. Madero, por órdenes de Félix Díaz y Victoriano Huerta. El 22 de Febrero de 1913, a espaldas de la Penitenciaría de Lecumberri (hoy Archivo General de la Nación [ubicado en Av. Eduardo Molina, Ciudad de México]), fueron asesinados el Presidente Madero y el Vicepresidente Pino Suárez.
Ante esta situación, Victoriano Huerta usurpó el poder y se impuso como Presidente de México. Venustiano Carranza, Gobernador de Coahuila, se levantó en armas contra el régimen de Huerta, al igual que Álvaro Obregón, y lanzó el Plan de Guadalupe, desconociendo a Huerta como Presidente.
Durante el poco tiempo que estuvo Huerta como Presidente (1913-14), se dio una invasión en Veracruz, la cual, casi gracias al apoyo de Venustiano Carranza, se pudo "eliminar" antes de que terminara el año de 1914.
Durante el régimen huertista, dos figuras legislativas importantes murieron asesinados: Serapio Rendón, Diputado y Belisario Domínguez, Senador que quiso plasmar su ideología contra el régimen autoritario.
Entre 1914 y 1917, Venustiano Carranza fue designado Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y, en 1917, se convirtió en Presidente de México.
El 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata fue asesinado. Sería, después de los Madero, los Serdán, Serapio Rendón y Belisario Domínguez, otro de los mártires de la Revolución.
En 1920, Venustiano Carranza fue asesinado en Tlaxcalantongo, Puebla.
Ese mismo año (1920) se dio el cese al fuego y terminó la lucha armada (la Revolución armada).
Sin embargo, los caudillos principales aún continuaron vivos hasta 1945, cuando murió Plutarco Elías Calles (el "Jefe Máximo" de la Revolución).
A 97 años de la Revolución, amables lectores, ¿nos debería hacer "justicia" a nosotros? ¿O creen que la Revolución le hizo justicia a quienes debió habérselas hecho? Esperaré sus comentarios.

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