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sábado, 1 de junio de 2013

Apagón... ¿de la televisión?

Bienvenidos a una nueva entrada en este blog, amables lectores.

Durante esta última semana de Mayo, se presentó un tema que, aunque se había anunciado desde mucho tiempo atrás, generó malestar entre un sector de la población, específicamente, de la ciudad de Tijuana, en Baja California. Este tema es el apagón analógico, de lo que trataré en este post.

En el sexenio de Felipe Calderón, se anunció que México entraría ya a la era digital con la transición de la televisión análoga a la digital. La radio ya estaba haciendo su parte, y en algunas ciudades del país, la Amplitud Modulada (AM) ya dejó de existir, para consolidar la Frecuencia Modulada (FM) y también a la radio digital. Pero la televisión se estaba quedando rezagada.

Por esa razón, el Gobierno Federal que encabezaba el propio Calderón, acordó con varios empresarios dedicados al sector de las comunicaciones que llegaría el momento en que México tuviera, por necesidad, que entrar al apagón analógico, que desde casi inicios del siglo XXI, se ha presentado ya en varios países. Las fechas en las que se daría ese cambio se fijaron entre 2014 y 2015.

Pero la Comisión Federal de Telecomunicaciones (COFETEL) le dio una sorpresa a los habitantes de Tijuana, una de las ciudades más importantes del estado de Baja California, al suspender la transmisión de la señal análoga de televisión. Quienes poseen una pantalla moderna, no tuvieron que batallar con ese cambio, debido a que cuentan ya con la señal digital a través de dichos receptores. Sin embargo, eso no sucedió con una gran parte de la población tijuanense.

La polémica de este tema se centró en el hecho del amarillismo con el que se trató la noticia en algunos medios de comunicación. Pero más allá de ello, hay que tomar en cuenta varios factores que inciden para que un total apagón analógico perjudique más que beneficiar a la población no sólo de Tijuana, sino del país en general.

El primero es que, aunque haya noticias alentadoras sobre la situación de México en cuestión de pobreza o desempleo (siempre comparando nuestro país con España, Grecia o más recientemente, Italia), la realidad es que hay millones de mexicanos en diversos niveles de pobreza. Ello también conlleva a que ese sector no tenga acceso a la educación, debido a su falta de recursos para cubrir los gastos mínimos que requieren hasta las escuelas públicas.

Curiosamente, dentro del primer factor, toqué otro más: el desempleo, aunque más bien sería el empleo mal pagado. Hay personas que ganan apenas el salario mínimo diario (que varía según la región del país), y que sólo les alcanza para cubrir sus necesidades básicas; y en algunos casos, ni siquiera eso. Así que si lograron hacerse de un televisor, quizá fue porque sacrificaron dinero para comer, o porque alguien les hizo una donación, o por cualquier otro método. Pensar en comprar una pantalla de $ 4,000 (mínimo) a pagar en abonos chiquitos, es simplemente imposible.

Una crítica e invitación (a la vez) que se hace, quizá sin conocer la realidad de otros estados de la República, es la de decir que México es un país de gente inculta, y que la televisión pudre el cerebro. Crítica por la tesis que mencioné unas líneas antes. Invitación porque se ha puesto de moda que varios chavillos nice alienten a la población en general a leer, a visitar museos, a comer en diferentes restaurantes; en pocas palabras, a sentirse intelectual.

Ello estaría bien si fuéramos un país de primer mundo, y donde los niveles de pobreza no alcanzaran casi a la mitad de la población. Pero la realidad mexicana es la segunda. Y por los factores que expuse anteriormente, es difícil que la gente humilde pueda acceder a la cultura o a la información que brindan espacios como el internet o los periódicos. Por eso es que encuentran momentos de solaz en la televisión, otros más, en la radio, los únicos medios gratuitos.

El apagón analógico va más allá de saber si la gente sintonizaba Televisa o TV Azteca, y también pasa el umbral de las críticas que se hacen desde una latitud muy remota a Tijuana (principalmente, el Distrito Federal): ha puesto al descubierto la enorme desigualdad no sólo económica, sino social, que sigue sufriendo este país, en donde mientras unos avanzan tecnológica y culturalmente, otros se quedan al margen o simplemente relegados del desarrollo.

O ustedes, amables lectores, ¿qué opinan? Agradeceré sus comentarios.

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