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viernes, 15 de marzo de 2013

Habemus Papam: Francisco.

Bienvenidos a una nueva entrada en el blog, amables lectores. Sé que ya tenía muy descuidado este espacio,  sobre todo, por falta de tiempo. Pero he vuelto, y espero retomar ese gusto por la escritura y que ustedes vengan a distraerse un rato con lo que les publico aquí. En esta ocasión, platicaré sobre un tema que dio de qué hablar esta semana: la elección del nuevo Papa, sucesor de Benedicto XVI.

Febrero de 2013 no fue un mes cualquiera para la Iglesia Católica. Ya habían pasado centurias desde la última vez que renunciaba el máximo jerarca, sucesor del lugar de San Pedro, en El Vaticano, y no se sabía qué procedía. En los días de la primera quincena de Febrero, Joseph Ratzinger, quien fuera electo Papa en 2005 tras la muerte de Juan Pablo II, y quien quisiera el nombre de Benedicto XVI, hacía pública su intención de retirarse de su pontificado, aludiendo problemas de salud.

En efecto, el ahora Papa Emérito Benedicto XVI ya es un hombre de edad avanzada, y ese mismo factor ya comenzaba a hacer estragos en su cuerpo. No era como su antecesor, Karol Wojtyla, que teniendo casi 85 años todavía conservaba fuerza, aún sobre su enfermedad (el Parkinson) que finalmente acabó con su vida en abril de 2005.

Pero la quebrantada salud de Ratzinger no era la única explicación de su renuncia. Los escándalos de pederastia, las traiciones al interior de su grupo cercano, entre otros factores más, fueron los que finalmente, quizá, determinaron que el Papa Benedicto XVI debía abandonar el cargo.

El tiempo se cumplió, y justamente el 28 de Febrero de 2013, Joseph Ratzinger abandonaba la Ciudad del Vaticano y se convertía en Papa Emérito, el primero en utilizar este título.

A partir de ahí, comenzaba la convocatoria para elegir a su sucesor. Durante los primeros días de Marzo, viajaron cardenales de casi todo el mundo para definir quién llevaría las riendas de la Iglesia Católica.

Varios eran los favoritos, entre ellos, el arzobispo de Milán, Angelo Scola, aunque no se descartaba la posibilidad de que se eligiera a alguien de América. Cardenales de Canadá, Brasil y Estados Unidos (como Sean O'Malley, Marc Ouellet, y Odilo Scherer) eran también algunos de los favoritos.

La primera reunión del cónclave se llevó a cabo el Martes 12 de Marzo, sin resultado favorable. La segunda votación, ocurrida durante la mañana del Miércoles 13 (hora de Roma), continuó sin definir al nuevo Pontífice. Finalmente, cerca de las 7:10 de la noche de ese mismo día, saldría la fumata blanca, y poco tiempo después, se anunciaría al obispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, como el elegido, ostentando el nombre de Francisco para su pontificado.

Como todos los anteriores Papas, Francisco (o llamado ahora como Francisco I), no está exento de críticas. Primero, se le ha puesto en duda su posición respecto a la dictadura argentina, de la cual se dice fue partidario. Existe una cierta fricción entre la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández y él mismo, debido a algunos comentarios un tanto misóginos que han salido a la luz. Él no está a favor tampoco de la unión entre personas del mismo sexo y mucho menos ante la opción de que éstos adopten hijos.

Sin embargo, lejos de dichos comentarios, que pudiesen ser ciertos o meras calumnias contra la persona del Papa Francisco, el pontificado que inicia apenas esta semana tiene demasiados pendientes por resolver, y uno crucial es justamente recobrar la confianza de los católicos ante la Iglesia y lograr reunificarla. Latinoamérica, es cierto, es la porción continental con más fieles en el mundo. Pero ello no significa que todos los países que están dentro de esta parte de América sean al 100 % católicos. En México, por ejemplo, se ha demostrado que la religión que va subiendo es la protestante y en otro sitio significativo se encuentra la cristiana. Los católicos, a diferencia del tiempo en que nuestro país fue colonia española, han disminuido.

Los retos que ahora tiene Francisco, además de los anteriores, es crear una cercanía con el mundo. Y no sólo a través de las audiencias públicas realizadas en El Vaticano, sino en el ciberespacio. Las redes sociales serán la vía de comunicación más eficaz para llevar un puntual seguimiento de las actividades que tenga el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y tener una retroalimentación e interacción con la Santa Sede. Si no logra modernizarse en el tiempo que ocupa el Trono de San Pedro, las esperanzas de que un Papa haya adaptado a la Iglesia a los tiempos actuales, se verán truncadas, y quizá continuaremos con una institución retrógrada, cosa que sería una incoherencia en el pontificado de Francisco, debido a que él viene de una formación jesuita, donde lo primordial es también, en cierto modo, el progreso dentro de la religión.

Ustedes, amables lectores, ¿qué opinan del nuevo Papa? ¿Qué podría esperarnos con él? Agradeceré sus comentarios.