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martes, 9 de febrero de 2010

México 2010. La historia narrada por sus protagonistas I: Francisco I. Madero.

Hola, ¡qué tal amables lectores! Sean bienvenidos a una entrada más en este blog, con la que inauguro el mes de Febrero de 2010. Y a partir de esta entrada y durante los próximos meses (hasta que se acaben los héroes jajajaja) iniciaré una serie con motivo del Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia. La he llamado "La Historia narrada por sus protagonistas" porque lo que pretendo con ello es mostrar un panorama de la vida y obra de los próceres de las 2 luchas anteriores pero no desde un punto de vista que siempre hemos sabido, sino algo así como si ellos lo dijeran de voz propia. Además de estas entradas, seguiré con las normales, que tratarán de los temas que estén en boga en el momento que se estén suscitando. Así pues, inicio esta serie con un personaje importante: Francisco I. Madero.

Y... ¿Por qué iniciar con Madero y no con alguien más? Mejor que sea él mismo quien se los cuente. Adelante, Sr. Madero.

Muy buen día señores lectores de este novedoso invento denominado Internet o Red de Redes y que leen a este muchacho llamado Roy, en este portal. Él me ha permitido expresar algo sobre mi vida y lo que realicé durante ella y quiero compartirlo con ustedes. Yo soy originario de Coahuila, esa hermosa tierra de donde también es originario Don Venustiano, que después les relatará su historia. Mis padres eran el Sr. Francisco Madero Hernández y Doña Mercedes González y mi hermano fue Gustavo Adolfo Madero, quien llegó a ser embajador de México en el Japón durante mi mandato como Presidente de la República. Y quiero recalcar que la "Y" que es parte de mi rúbrica no significa Indalecio, sino Ignacio. Nací en 1873 y desde joven me interesé en cuestiones de política, aunque tuve algunos estudios de agricultura y administración porque mi padre era un personaje importante en mi tierra y tenía bastantes terrenos a trabajar.

En el tiempo que yo nací y que me iba convirtiendo en adolescente, todavía gobernaba el país el General Porfirio Díaz, pero con el paso del tiempo se iba haciendo más y más viejo y ya había mucha gente que no lo quería y yo me había dado cuenta de eso. Era tiempo de que los jóvenes entráramos en la vida política del país, aunque quitar al grupo de "Los Científicos" (o mejor dicho, el gabinete del Presidente Díaz) y al propio Don Porfirio estaba muy difícil. Pero aún con eso, no se me quitaron las ganas de entrar a cuestiones de política y así me adentré en el Ateneo de la Juventud.

Mis estudios en el extranjero junto con mi hermano Gustavo, me dieron la oportunidad de entrar también en otros ámbitos, como lo espiritista. A mi regreso a México continué con esa práctica, que me llevó incluso a contactar al ex presidente Benito Juárez, quien fue mi guía para intentar derrocar al Presidente Díaz y de quien sentí un grana apoyo durante mi gobierno. Pero también intenté realizar varias cosas que le presenté al propio Primer Mandatario, entre ellas, una tesis donde expuse la necesidad de construir una presa sobre el Río Nazas, lo que le gustó a Don Porfirio. Todas estas experiencias poco a poco iban forjando mi pensamiento ideológico y así fue que en 1904, teniendo ya 31 años me lancé a convocar un primer mítin y fundé un club político que llevó el nombre del Lic. Juárez.

Estando al pendiente de todo lo que hacía nuestro Presidente, me percaté que en 1908 un periodista de nombre James Creelman lo había entrevistado y que Don Porfirio había declarado que México ya estaba apto para la democracia. Esta frasecita y la convicción con la que la dijo el Presidente, me dejaron apantallado y durante unos añitos me quedé pensando si sería cierto o no. Así fue que escribí mi libro La Sucesión Presidencial en 1910, cuyo primer ejemplar vio la luz en 1909 y que llegó a manos del mero mero Presidente. En ese año también publiqué un manual espiritista pero creo que lo que impactó más fue mi primer libro. Toda la polémica que levanté con esa publicación me llevó a entrevistarme con el General Díaz en 1910 y, tranquilo, me dijo que mejor me esperara a las elecciones... "¡Ah qué Panchito tan necio y terco!", me dijera el Presidente. Lo que no me esperé es que después de esa entrevista me mandara perseguir y encarcelar. Con audacia escapé de la cárcel de San Luis Potosí y me fui a los Estados Unidos, desde donde redacté el famosísimo Plan de San Luis, que fue el alma mater de lo que sería una Revolución bastante fuerte.

Bueno, como todo buen político de mucho colmillo, el General Díaz volvió a "dormir" a la población para las elecciones de 1910 y se reeligió pero ahora por un período de 6 años (antes los presidentes duraban 4 años en el cargo). Pero el gusto no le duró mucho. En Puebla, unos hermanos que se apellidaban Serdán iniciaron el movimiento armado que yo había estipulado en el Plan de San Luis. Así pues, Carmen, Aquiles y Máximo Serdán lucharon contra el gobierno del Presidente Díaz el 18 de Noviembre de 1910. En su casa, Máximo y Aquiles murieron a causa de las balas enemigas y a Carmen, su mamá y su cuñada, las mandaron encarcelar en la misma ciudad de Puebla de los Ángeles.

El siguiente año, 1911, mediante unos tratados que se firmaron en Ciudad Juárez, Chihuahua, el General Díaz y su Vicepresidente, Ramón Corral, renunciaban a la Presidencia de la República y a la Vicepresidencia. El Lic. Francisco León de la Barra quedó a cargo de convocar nuevas elecciones. En ellas, compartí fórmula con Don José María Pino Suárez, quien asumiría el cargo de Vicepresidente de la República (según me enteré después fue el último que ocuparía ese puesto). Ganamos las elecciones y en Noviembre de 1911 asumimos constitucionalmente el poder, según lo marcaba la Carta Magna de 1857.

En los primeros días de mi gobierno me entrevisté con Don Emiliano Zapata, aquel campesino luchador del Estado de Morelos que quería un mejor reparto de la tierra para sus paisanos. Desgraciadamente, debido a que el Lic. León de la Barra había mandado a los Grales. Blanquet y Huerta a combatir a Zapata porque lo consideraban bandido, quise ir a pactar la paz con él, sin llegar a ningún acuerdo, por lo que el Sr. Zapata lanzó el Plan de Ayala desconociendo mi gobierno y reconociendo al Gral. Pascual Orozco, quien después se aliaría a Huerta para derrocarme.

Quienes me juraron lealtad fueron el Gobernador de mi tierra, Coahuila, Don Venustiano Carranza y el General Francisco Villa. Durante 1912 y 1913 traté de quitar un poco el yugo del Porfiriato, aunque no lo logré del todo. Sin escuchar a mi hermano Gustavo, que me decía que no debía hacerlo, nombré como Ministro y General de varias plazas a Victoriano Huerta, autor de la muerte de mi hermano y de la mía propia.

En 1913 estaba perdiendo muchas de las lealtades que había tenido antes. Ya ni siquiera el espíritu del Presidente Juárez me guiaba... ya no sabía hacia dónde iba mi gobierno, aunque yo creí que estaba en el buen camino. Dentro de toda la mala situación que venía encima, los jóvenes del Colegio Militar marcharon hacia el Palacio Nacional el día 9 de Febrero, y como siempre, leales a la Patria, juraron ser fieles al gobierno que yo encabezaba. Desafortunadamente, ya se había empezado una conspiración en mi contra con el embajador de EUA, Henry Lane Wilson, mi hombre de confianza, el Gral. Victoriano Huerta y los Generales Aureliano Blanquet y Bernardo Reyes. El 18 de Febrero de 1913, mi hermano Gustavo fue asesinado por órdenes de Félix Díaz y Huerta mismo y al día siguiente, se nos ordenó al Vicepresidente Pino Suárez y a mí renunciar a nuestros cargos. Para el 22, íbamos a irnos a Veracruz, pero Huerta nos tendió una trampa y nos trasladó a la Penitenciaría de Lecumberri, en el Distrito Federal y nos mandó asesinar. Mi esposa, Sarita, permaneció en estado de luto por mi muerte hasta el momento que ella me vino a acompañar a esta otra vida. La viuda de mi hermano Gustavo le dio permiso al Ayuntamiento de la Villa de Guadalupe Hidalgo que le pusieran Gustavo A. Madero en 1931. Y algún tiempo después mi tumba fue profanada para sacar mi cuerpo y trasladarlo al Monumento que se hizo donde Don Porfirio iba a hacer su Palacio Legislativo. En ese entonces esa calle del Distrito Federal se llamaba Avenida Palacio Legislativo. Creo que ahora le llaman Avenida de la República y la colonia donde se encuentra es una que le llaman La Tabacalera.

Esta fue mi historia y espero que con ella hayan comprendido un poco más de mi vida. Pronto vendrán más héroes incluso del siglo pasado, como el glorioso cura de Dolores, Don Miguel Hidalgo o la Corregidora Doña Josefa Ortiz o el Generalísimo José María Morelos. Pero pronto conocerán más de ellos. Hasta aquí llegué yo y ahora regreso a la inmortalidad, desde donde he visto el desarrollo del México que muchos de nosotros forjamos en siglos anteriores.