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jueves, 2 de julio de 2020

López Obrador: el hombre que nunca quiso ser presidente.

Bienvenidos a una nueva entrada de este blog, amables lectores. Ahora les comentaré sobre un corte de caja al gobierno de López Obrador, quien este primero de Julio, rememoró su victoria de aquel 2018, en donde, para él, sería la segunda vez en que México tiene una jornada electoral democrática (la primera [y quizá la única en la que todos coinciden] fue con Francisco I. Madero, en 1911).

El 1° de Julio de 2018, como lo había mencionado en una entrada anterior, Andrés Manuel López Obrador lograría quizá su sueño más anhelado: haber ganado una elección presidencial. Recordemos que él fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), de 2000 a 2005, cuando renunció para ser candidato, por vez primera, a la Presidencia de la República. Así, se convirtió ahora sí en presidente el 1° de Diciembre de ese año.

Durante el tiempo de campaña, López Obrador y su partido político, Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), se convirtieron en paladines del cambio. Como reza un dicho popular: "prometer no empobrece", así que cualquier ocurrencia que se presentara en la coyuntura del proceso electoral de 2018, era tomado como una nueva propuesta. Los debates que se realizaron previamente a la jornada del 1° de Julio de 2018, demostraban a un López Obrador falto de conocimiento sobre varios tópicos, y la forma de defensa para sí, era recurrir a "chistes" ("Ricky Riquín Canallín", por citar alguno), o haciendo uso de una fórmula que se ha quedado hasta ahora: culpar a todo el aparato gubernamental anterior de todos los males (específicamente, de la corrupción).

2019 bien podría haberse catalogado como el año de la experimentación para el gobierno de la llamada "Cuarta Transformación", puesto que debían conocer el estado en el que la administración de Enrique Peña Nieto les dejó el país, y realizar diagnósticos y proyecciones para reparar los desperfectos que hubiera o, en su defecto, cambiarlos. No fue así. La política populista y asistencialista de López Obrador, conjugada con demagogia, fue la constante durante el año pasado, y los primeros meses de 2020. Si bien hubo ahorros en el Gobierno Federal, hasta el momento no se sabe a dónde han ido, puesto que problemas como desabasto de medicinas e insumos en hospitales, además de un crecimiento fuerte de la delincuencia, que serían rubros que deberían atenderse de forma inmediata, no han sido cubiertos.

Pareciera que López Obrador no se ha quitado el traje de candidato para entrar de lleno en el de Presidente. Cuando concluyó su mandato en la Ciudad de México, hacerse la víctima en el proceso de desafuero que se le siguió, fue quizá una buena estrategia, que resultó en un incremento en el número de simpatizantes, al grado que, en varias encuestas de 2006, AMLO lideraba frente a Felipe Calderón, del PAN. El resultado, lo conocemos todos: Calderón ganó las elecciones de ese año, y dejó una ira, frustración y rabia en López Obrador, que hasta la fecha, no ha podido quitarse de encima. Pero, si López Obrador hubiera ganado las elecciones de 2006, ¿cómo estaría México ahora? ¿qué diferencias habría de la Jefatura de Gobierno del DF de AMLO, a asumir la presidencia?

En 2012, a AMLO, el fantasma de un fraude le seguía rondando. Ya se había proclamado "Presidente Legítimo de México", aunque, bajo ese "título", únicamente se dedicara a recorrer el país, vociferando en contra del régimen calderonista, sin proponer una solución a las problemáticas de los lugares a donde iba, en caso de llegar realmente a la Presidencia. 2012 fue más de lo mismo: un candidato (en ese entonces, del PRD), que no tenía un plan estratégico de gobierno si llegaba a Los Pinos. Ganó Peña Nieto, y de nuevo, el berrinche: no aceptar los resultados porque no favorecían a López Obrador. Otros seis años de rencor contra el gobierno.

Quizá por eso ganó en 2018, ahora sí lo eligieron (con un amplio margen) como Presidente de la República. Ahora sí, el gobierno del pueblo estaría despachando ya fuera en Los Pinos o en Palacio Nacional... es más, hasta en el Castillo de Chapultepec, si el pueblo lo pidiese. Pero llegaba un candidato, otra vez, sin plan definido.

Tal vez, eso ha hecho que ahora ya como Presidente, López Obrador decida evadir la realidad que lo ha rebasado con creces: "abrazos, no balazos", "ya domamos la epidemia", "salgan", "la estrategia de seguridad está funcionando", "mis adversarios", "los fifís", "los conservadores", "el combate a la corrupción". Un largo etcétera de frases que, hasta en momentos, pareciera que las utiliza para burlarse de la gente. Su arma principal: la honestidad, aunque la corrupción ya haya podrido las entrañas de la "Cuarta Transformación". Combatir a la corrupción es la panacea a los problemas del país.

A 2 años del triunfo de López Obrador, es necesario también preguntarse: ¿realmente quiso ser presidente? Agradeceré sus comentarios.