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domingo, 13 de febrero de 2022

#TodosSomosLoret.

Bienvenidos a una nueva entrada, amables lectores.

El Viernes 11 de Febrero de 2022, en un evento realizado en Sonora, Andrés Manuel López Obrador mostró un gráfico donde se presentaban los supuestos montos que percibe como salario el periodista Carlos Loret de Mola. Lo hizo unos días después de que advirtiera que daría a conocer dicha información.

La molestia de López Obrador comenzó cuando Loret exhibió la vida que lleva uno de los hijos del tabasqueño en Estados Unidos, y donde se mostró un posible conflicto de intereses. Pero lo que enfureció al inquilino de Palacio Nacional, fue que dar a conocer al público los lujos que ostenta uno de sus vástagos, golpeó fuerte en su discurso diario: el combate a la corrupción, y la supuesta austeridad que pregona el líder de la Cuarta Transformación.

La exhibición de los datos sobre el sueldo de Loret terminó por ser un autogolpe para López Obrador, puesto que lo hace apenas un día después de que se conociera la noticia de un periodista más asesinado.

Por la tarde de ese viernes, en Twitter, se organizó un foro (en esa red se conoce como Space), que poco a poco reunió a varios periodistas y presentadores de noticias de todos los medios de comunicación. Pero no sólo eso, tuvo eco hasta en la clase política y, evidentemente, en los tuiteros "normales".

Bajo el hashtag #TodosSomosLoret, el Space alcanzó a reunir a cerca de 60 mil tuiteros, entre oyentes y participantes, todos bajo una misma premisa: no justificar la acción realizada por López Obrador, ni permitir que siguieran los atropellos a la libertad de expresión.

Más allá de que ese ejercicio reunió a varios personajes del gremio periodístico, también desnudó varias situaciones:

Por un lado, la cada vez más palpable intención de López Obrador por dejar sentir el poder presidencial para juzgar, callar, someter, no sólo a periodistas o medios, sino a cualquiera que no comulgue con el movimiento que lidera.

La siguiente, es que se mostró que hasta entre periodistas, hay niveles. Los conductores que son vistos en casi todo el país, o que tienen un peso importante para sus medios, únicamente llegan a ser reprendidos o amenazados. En el caso de los que no son "famosos", las amenazas se convierten en hechos: resultan asesinados, secuestrados, torturados. Y mientras unos pueden gozar una vida buena (por su salario), otros con trabajos pueden tener algo decente, y arriesgan la vida en ello.

Otra más: se demostró totalmente la censura en medios. No es nuevo, pero prácticamente todas las grandes cadenas callaron ante el hecho que hizo López Obrador. Sus presentadores, algunas de ellos participantes u oyentes del Space, apenas dieron un apoyo tímido. Los demás, no se pronunciaron.

Por número de oyentes, el Space fue inédito. Pero más allá de Loret, lo que se debió plantear es qué hacer para defender la libertad de expresión, y qué se puede hacer, desde la sociedad, para proteger a aquellos garantes de esa libertad: los periodistas. Y sobre todo, se demostró que los medios primero velarán por sus ingresos antes que defender a alguno de sus comunicadores.

O ustedes, ¿qué opinan? ¿Participaron en el Space? Agradeceré sus comentarios.

miércoles, 9 de junio de 2021

2021: ¿triunfo de los buenos o de los malos?

Bienvenidos a una nueva entrada en este blog, amables lectores. Ahora, les comentaré sobre las elecciones del domingo pasado (6 de Junio de 2021), las intermedias del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Con una participación de poco más del 52%, la gente se volcó a votar, pese a que continuamos con la pandemia de Covid-19, algunos queriendo un cambio después de los desastrosos 2 primeros años del gobierno de López Obrador, y otros más, aún con esa loza encima, optando por la continuidad.

Aunque se esperaba que la coalición que formaron los partidos "tradicionales": PAN, PRI y PRD, arrasara en todas –o casi todas— las elecciones que habría el domingo (se eligieron 15 gobernadores, además de renovar la Cámara de Diputados, alcaldías y Congresos estatales), la realidad distó mucho de ello. Morena, el partido de López Obrador, arrasó de último momento en varias gubernaturas, y aunque no hizo lo mismo en las diputaciones federales, sus números no significaron un gran descalabro para el partido (en número de diputaciones, porque de votantes, se les fueron más de la mitad de quienes los pusieron en el poder en 2018).

Un caso particular se dio en la Ciudad de México, donde la Alianza opositora le arrebató a Morena más de la mitad de las alcaldías. Sin embargo, en cuatro de ellas, los candidatos ganadores pertenecen al PRD, y particularmente dos de ellos (los de Cuauhtémoc y Coyoacan), tienen vínculos con personajes sumamente controversiales para la capital. El hecho de que sean perredistas, puede dar paso a que, en 2024, rompan con la alianza que los impulsó, y pudieran hacer que Morena regrese a esas alcaldías, como sucediera ya en Venustiano Carranza y Coyoacan, donde los ahora ex alcaldes, fueron electos por una alianza PRD-PAN, y terminaron pasándose a Morena. En Venustiano Carranza, ese cambio de partido, surtió efecto, y la alcaldía la tendrá por vez primera, Morena.

El triunfo de Morena en la mayor parte de los estados que renovaron la gubernatura, a decir de varios analistas, se debe más a una participación de la delincuencia organizada, y no tanto de la voluntad ciudadana libre. Caso contrario parece en la Ciudad de México, donde se dice que el golpe que recibió Morena, fue como castigo a las malas administraciones.

Sea el motivo que sea, para las elecciones de 2022 y 2023, donde se renovarán las últimas gubernaturas antes de que concluya el mandato de López Obrador, no se puede dar por muerto al partido del tabasqueño, por lo que será interesante ver si el PAN resiste los embates presidenciales en sus bastiones, y si el PRI mantiene las tres únicas entidades donde gobierna. Si las elecciones continúan realizándose bajo un ambiente de tensión, y con las viejas prácticas del PRI del siglo XX, pero ahora trasladadas a Morena, posiblemente nos enfrentemos a la continuidad de una fallida 4T, en 2024. O ustedes, amables lectores, ¿qué opinan? Agradeceré sus comentarios.

jueves, 2 de julio de 2020

López Obrador: el hombre que nunca quiso ser presidente.

Bienvenidos a una nueva entrada de este blog, amables lectores. Ahora les comentaré sobre un corte de caja al gobierno de López Obrador, quien este primero de Julio, rememoró su victoria de aquel 2018, en donde, para él, sería la segunda vez en que México tiene una jornada electoral democrática (la primera [y quizá la única en la que todos coinciden] fue con Francisco I. Madero, en 1911).

El 1° de Julio de 2018, como lo había mencionado en una entrada anterior, Andrés Manuel López Obrador lograría quizá su sueño más anhelado: haber ganado una elección presidencial. Recordemos que él fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), de 2000 a 2005, cuando renunció para ser candidato, por vez primera, a la Presidencia de la República. Así, se convirtió ahora sí en presidente el 1° de Diciembre de ese año.

Durante el tiempo de campaña, López Obrador y su partido político, Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), se convirtieron en paladines del cambio. Como reza un dicho popular: "prometer no empobrece", así que cualquier ocurrencia que se presentara en la coyuntura del proceso electoral de 2018, era tomado como una nueva propuesta. Los debates que se realizaron previamente a la jornada del 1° de Julio de 2018, demostraban a un López Obrador falto de conocimiento sobre varios tópicos, y la forma de defensa para sí, era recurrir a "chistes" ("Ricky Riquín Canallín", por citar alguno), o haciendo uso de una fórmula que se ha quedado hasta ahora: culpar a todo el aparato gubernamental anterior de todos los males (específicamente, de la corrupción).

2019 bien podría haberse catalogado como el año de la experimentación para el gobierno de la llamada "Cuarta Transformación", puesto que debían conocer el estado en el que la administración de Enrique Peña Nieto les dejó el país, y realizar diagnósticos y proyecciones para reparar los desperfectos que hubiera o, en su defecto, cambiarlos. No fue así. La política populista y asistencialista de López Obrador, conjugada con demagogia, fue la constante durante el año pasado, y los primeros meses de 2020. Si bien hubo ahorros en el Gobierno Federal, hasta el momento no se sabe a dónde han ido, puesto que problemas como desabasto de medicinas e insumos en hospitales, además de un crecimiento fuerte de la delincuencia, que serían rubros que deberían atenderse de forma inmediata, no han sido cubiertos.

Pareciera que López Obrador no se ha quitado el traje de candidato para entrar de lleno en el de Presidente. Cuando concluyó su mandato en la Ciudad de México, hacerse la víctima en el proceso de desafuero que se le siguió, fue quizá una buena estrategia, que resultó en un incremento en el número de simpatizantes, al grado que, en varias encuestas de 2006, AMLO lideraba frente a Felipe Calderón, del PAN. El resultado, lo conocemos todos: Calderón ganó las elecciones de ese año, y dejó una ira, frustración y rabia en López Obrador, que hasta la fecha, no ha podido quitarse de encima. Pero, si López Obrador hubiera ganado las elecciones de 2006, ¿cómo estaría México ahora? ¿qué diferencias habría de la Jefatura de Gobierno del DF de AMLO, a asumir la presidencia?

En 2012, a AMLO, el fantasma de un fraude le seguía rondando. Ya se había proclamado "Presidente Legítimo de México", aunque, bajo ese "título", únicamente se dedicara a recorrer el país, vociferando en contra del régimen calderonista, sin proponer una solución a las problemáticas de los lugares a donde iba, en caso de llegar realmente a la Presidencia. 2012 fue más de lo mismo: un candidato (en ese entonces, del PRD), que no tenía un plan estratégico de gobierno si llegaba a Los Pinos. Ganó Peña Nieto, y de nuevo, el berrinche: no aceptar los resultados porque no favorecían a López Obrador. Otros seis años de rencor contra el gobierno.

Quizá por eso ganó en 2018, ahora sí lo eligieron (con un amplio margen) como Presidente de la República. Ahora sí, el gobierno del pueblo estaría despachando ya fuera en Los Pinos o en Palacio Nacional... es más, hasta en el Castillo de Chapultepec, si el pueblo lo pidiese. Pero llegaba un candidato, otra vez, sin plan definido.

Tal vez, eso ha hecho que ahora ya como Presidente, López Obrador decida evadir la realidad que lo ha rebasado con creces: "abrazos, no balazos", "ya domamos la epidemia", "salgan", "la estrategia de seguridad está funcionando", "mis adversarios", "los fifís", "los conservadores", "el combate a la corrupción". Un largo etcétera de frases que, hasta en momentos, pareciera que las utiliza para burlarse de la gente. Su arma principal: la honestidad, aunque la corrupción ya haya podrido las entrañas de la "Cuarta Transformación". Combatir a la corrupción es la panacea a los problemas del país.

A 2 años del triunfo de López Obrador, es necesario también preguntarse: ¿realmente quiso ser presidente? Agradeceré sus comentarios.

sábado, 1 de diciembre de 2018

El Día de la Cuarta Transformación.

Bienvenidos a una nueva entrada en mi blog, amables lectores. Sé que lo he tenido un tanto descuidado por diversas situaciones, pero prometo regresar a la actividad bloguera, tal como lo había estado haciendo desde 2007, cuando abrí este espacio.

Ahora les contaré sobre el que podríamos llamar el Día del Presidente, y lo que quizá depare a México durante el sexenio 2018-2024.

Después de 6 años de decepción en la mayoría de los mexicanos, tras haber triunfado Enrique Peña Nieto en las elecciones de 2012, su administración llegó a su fin. Los comicios del 1° de Julio de 2018, auguraban lo que ya se suponía desde seis años atrás: que el sexenio del priísta mexiquense sería de transición. Y así fue. Tras validarse los resultados de la jornada electoral de este año, se determinaba que Andrés Manuel López Obrador, otrora Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y quizá el político más aferrado y necio para llegar al poder, por fin se convertiría en Presidente de México, pero ahora sí de manera legal y real.

Pero López Obrador no llegaría solo a la Presidencia. El voto masivo que obtuvo su partido, Morena, alcanzó a las Cámaras que conforman el Congreso de la Unión, haciendo que se volviera en mayoría parlamentaria; además, personajes tan controvertidos como Cuauhtémoc Blanco, ex futbolista y ex alcalde de Cuernavaca, triunfaría también en su intención de ser Gobernador de Morelos, cargo que ahora ya ostenta. Asimismo, una política muy criticada por sus acciones de gobierno en Tlalpan, sobre todo después del sismo del 19 de Septiembre de 2017, Claudia Sheinbaum, ganaría la Jefatura de Gobierno de la ahora Ciudad de México, también bajo las siglas de Morena.

Una vez ratificado como Presidente Electo de México, López Obrador puso manos a la obra en la transición del poder; y así, durante casi 4 meses, se dedicó a dar a conocer los nombramientos de su futuro gabinete, además de las acciones de gobierno que emprenderá durante el sexenio próximo. Algunas situaciones que se dieron en este período incluyeron la polémica consulta sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (o de México), cuyas obras habrían iniciado bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, y que quizá nunca culminen, dado el resultado de la encuesta donde, supuestamente, la población se pronunció en contra de que la terminal aérea se sitúe donde se estaba construyendo (Texcoco).

Con todo, el tiempo pasaba, y finalmente el día llegó: el 1° de Diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador se convertiría en Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. El día fue suyo: desde que salió de su casa hacia el Palacio Legislativo de San Lázaro para tomar posesión de la Presidencia, fue ovacionado y arropado por varios curiosos que seguían la pequeña caravana que lo escoltaba. Después, en el Zócalo de la Ciudad de México, miles de personas lo aguardaban, como si fuera una estrella de rock, otros más, como si ungieran al nuevo tlatoani.

López Obrador inicia un nuevo sexenio con una popularidad avasalladora (misma que se notó en la cantidad de gente que votó por él en Julio de 2018), y con varias promesas a cuestas, que tal vez la población no tome en cuenta si no las realiza, porque no les afectarían directamente. A decir de analistas políticos y de un sector de la opinión pública, el que viene, será un gobierno que asemejará los regímenes populistas que han permeado en América Latina (y también ahora en Estados Unidos) en los últimos años. Para la mayoría, la de López Obrador será la administración de la 4a. Transformación, la que realmente marcaría un cambio de rumbo en el país.

Lo veremos. El hecho es que, de nuevo, el 1° de Diciembre de 2018, fue el Día del Presidente. O ustedes, amables lectores, ¿qué opinan? Agradeceré sus comentarios.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Trump: la nueva debilidad del "Tío Sam".

Bienvenidos a una nueva entrada, amables lectores. En esta ocasión, comentaré acerca de las elecciones de Estados Unidos, que han resultado bastante controversiales y sorpresivas para no muy pocos analistas políticos, periodistas, y sobre todo, ciudadanos de todo el mundo.

Desde hace un año prácticamente, se conocieron a los precandidatos que habrían de disputarse la oportunidad de llegar a representar a los bandos demócrata y republicano en los comicios que ayer se realizaron. Del lado del burro azul, compitieron el senador Bernie Sanders y la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, quién iría por su segunda campaña presidencial, después de que en 2008 perdió la nominación demócrata frente al hoy todavía presidente Barack Obama. En el otro frente, el polémico empresario y magnate Donald Trump ya se perfilaba para ser el elegido por los del elefante rojo.

Trump no tuvo casi ningún contrapeso en su camino para convertirse en el candidato republicano. No fue así el caso de Clinton, quien tuvo una fuerte competencia contra Sanders, quien incluso aparecía como puntero entre los demócratas, y como el único que podría derrotar a Trump en las elecciones presidenciales. Pese a ello, Hillary terminó siendo la postulada.

Los discursos que pronunciaba Trump conforme se desarrollaba su campaña, prendieron de inmediato los focos de alerta a nivel mundial, pero especialmente en México, puesto que fue el país que se volvió el centro de atención del empresario, al aseverar que de aquí llegaban hacia Estados Unidos violadores, secuestradores y asesinos. Así, un sector de la población latina residente en la Unión Americana, se volvió en su contra.

La mala fama que se adjudicó muy pronto Donald Trump, pudo capitalizarse con gran éxito a favor de su campaña. Mientras siguiera arremetiendo ya no sólo contra los inmigrantes latinos -especialmente mexicanos-, sino también contra los musulmanes y otros sectores, más aparecería en los medios de comunicación, crearía cada vez mayor polémica, y los reflectores comenzarían a encumbrarlo.

En el caso de los demócratas, las promesas de Hillary Clinton se enfocaron, como sucedió con Obama, en las reformas migratorias. Sin embargo, los discursos no fueron del todo convincentes para ganar electores. Sumado a ello, toda la campaña acompañó a Clinton la estela de inconformidad por su nominación en el partido que representó.

La guerra constante de declaraciones entre Clinton y Trump a lo largo de la contienda, derivó en pérdidas preferenciales para ambos candidatos. Pero quien más resintió el embiste fue Clinton.

La labor demagógica y propagandística de Donald Trump, que a palabras de algunos asemejaría los regímenes totalitarios de la Segunda Guerra Mundial (principalmente el nazi), obtuvo buenos resultados, mismos a los que, curiosamente, no está acostumbrada la sociedad estadounidense (o al menos, eso aparentaba).

La elección que se vivió este 8 de Noviembre, parecía asemejar a las latinoamericanas, donde últimamente los candidatos mediáticos o populistas son quienes logran llegar al poder.

Más allá de los discursos discriminatorios de Trump, los gringos demostraron no sólo estar de acuerdo con la manera de pensar de un tipo así, sino que dejaron dudas sobre varios aspectos: si es una sociedad realmente igualitaria, si permeó el nacionalismo, o si definitivamente, el populismo al más puro estilo americano (de América el continente) ha logrado colarse en las entrañas de la nación más poderosa del mundo. Los próximos cuatro años serán un gran desafío no sólo para Estados Unidos, sino para el orbe entero. Y México, no queda al margen. Como bien diría Don Porfirio Díaz: "Pobre México, tan lejos de Dios... Tan cerca de Estados Unidos".

Ustedes, ¿qué opinan, amables lectores? Agradeceré sus comentarios.

miércoles, 27 de abril de 2016

¿Apocalipsis de la Televisión?

Bienvenidos a una nueva entrada en este blog, amables lectores. Ahora trataré sobre la situación que están atravesando las principales televisoras de México, y cómo se ve el futuro de la televisión después del apagón analógico.

En la década de los 50 del siglo pasado, la televisión marcó un hito en la historia. La transición entre los diferentes canales de propagación de información se dio a pasos agigantados, empezando por la prensa, que vio en los periódicos y revistas un escaparate perfecto para cautivar a un público determinado. La radio, aquél invento que comenzara a darse su lugar desde finales del siglo XIX, y que prácticamente acaparó la atención de la gente durante los años 20 y 30 del XX, también tendría un lugar preponderante en la historia de la humanidad. El cine también cambió la manera de entretenerse. Sin embargo, la televisión fue la que, por mucho tiempo -y hasta la fecha- terminó por acaparar los reflectores que los otros medios habían mantenido prendidos sobre ellos.

Los métodos por los cuales las nuevas generaciones se informan, dejaron atrás a los medios de comunicación tradicionales. Hoy, ni la radio, la prensa, el cine y mucho menos la televisión, se pueden entender sin un "complemento" que llegó para quedarse: el Internet. Pero en un país como México, donde existe una desigualdad social y económica fuerte, la conexión a la red mundial sigue siendo un lujo de pocos, en vez de ser una herramienta indispensable de todos.

Como lo comentaba en algunas entradas anteriores, el gobierno de Felipe Calderón dejó como legado que en 2015 a México llegaría finalmente, el apagón analógico (que se había dado ya en varios países desde años atrás).

Curioso resulta ver que los periódicos y revistas, y hasta la radio, se han acoplado perfectamente al Internet, a las nuevas tecnologías. El cine prácticamente sigue los mismos pasos. Aunque todavía las salas de proyección se llenan con varias películas, las opciones que hay en la web en cuestión de cortometrajes, filmes completos, tráileres, entre otros más, son infinitas. La televisión, sin embargo, no ha dado ese paso, y se muestra recelosa de ello.

En últimas fechas, se ha dado a conocer que tanto Televisa como Azteca, las empresas que dominan el mercado televisivo, atraviesan por crisis financieras que han derivado en cancelación de programas, recorte de personal, finalización previa de emisiones que están al aire, entre otras situaciones más. En ninguna de las dos televisoras parece haber un plan estratégico que permita que se recuperen en el corto o mediano plazo. José Bastón, Presidente de Televisión y Contenidos de Grupo Televisa, se ha manifestado por incrementar el costo de los espacios publicitarios que ofrecen al aire. Tal vez los más "centrados" en la prevención y visualización de una posible solución de la crisis que atraviesan sendas empresas, son Alfonso de Angoitia (Vicepresidente Ejecutivo de Grupo Televisa) y el propio Ricardo Salinas Pliego (Presidente de Grupo Salinas y de Azteca), quienes previeron que durante 2015 tendrían momentos de crisis, en parte también derivados por la cesión -gratuita- de espacios a los partidos políticos durante las campañas electorales.

Sin embargo, el hecho de que los dos titanes de la televisión en México estén operando casi en números rojos, es sin duda una señal de alerta no sólo al interior de ellos, sino también con su público. La calidad de la programación tanto en Televisa como en Azteca ha decaído demasiado. Los recursos tecnológicos y humanos con los que cuentan ambas empresas, no han sido aprovechados para darle un giro a la barra de producciones propias, que tal vez pudieran darles un respiro en cuestión financiera. Al contrario, se ha optado por seguir transmitiendo al aire repeticiones de emisiones anteriores, y también por continuar con la llamada telebasura.

La interacción en redes sociales es otro punto que hoy en día es prácticamente indispensable en cualquier medio de comunicación. Ni Televisa ni Azteca han podido incursionar de manera contundente en ese mercado. No es lo mismo publicar hashtags en todos los programas que pasan al aire y mostrarlos en pantalla, que realmente interactuar con los seguidores en Twitter, Facebook u otra red social.

Otro factor que han señalado expertos en el tema de telecomunicaciones, es el crecimiento del número de suscriptores de televisión de paga y de servicios de streaming de video (caso de Netflix, ClaroVideo, entre otros más). Este segmento ha resultado una alternativa perfecta para aquellas personas cansadas de la misma programación de los canales de televisión abierta. En estos servicios, la gente ve series, películas y documentales completos, a diferencia de los bloques tan largos de comerciales que tienen que soportar en la TV tradicional. Televisa ha tratado de entrar - de forma tardía - a este segmento con su plataforma Blim, misma que desde un inicio ha sido severamente cuestionada por la programación que ofrece (principalmente, emisiones de antaño de Grupo Televisa).

El tema de la preponderancia de quienes acaparan contenidos o audiencias, también fue otro punto que tumbó principalmente a Televisa, puesto que, gracias a ello, Carlos Slim pudo hacerse de los derechos de transmisión de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, sin darle oportunidad a la empresa de Azcárraga ni a la de Salinas Pliego de pasarlos por sus señales.

Aunque no se visualiza que la televisión como la conocemos actualmente vaya a morir en un futuro cercano, lo que sí es palpable es que quienes la realizan no han estado acorde a los nuevos tiempos ni a las tecnologías. De no actualizarse, es probable que estemos ante el inicio de la extinción de la televisión tradicional. Lo interesante sería saber ¿qué pasaría en un país sin televisión? ¿Qué opinan, amables lectores? Agradeceré sus comentarios.


martes, 9 de junio de 2015

Entre "morenos" e independientes: la nueva política mexicana.

Bienvenidos a una nueva entrada en este blog, amables lectores. Hoy les comentaré acerca de las elecciones recientes en México, acontecidas apenas el domingo 7 de Junio de este 2015, y de cómo pintaría el panorama político para el último tercio del sexenio de Enrique Peña Nieto.

Si bien las elecciones intermedias (llamadas así porque se realizan a la mitad de cada sexenio presidencial) nunca llaman la atención, particularmente estas de 2015, fueron lo contrario. Hay que recordar que, aunque el PAN perdió en 2012, el resultado final, donde se declaró ganador a Enrique Peña Nieto, no satisfizo a una buena parte de la población. Y ni qué decir de sus casi primeros tres años de gobierno, donde la situación nacional ha ido en picada, y ninguna de las rimbombantes reformas anunciadas por el priista han sido favorecedoras para el pueblo en general.

Las elecciones de 2015 tomaban importancia por varias razones: no sólo se eligieron a los nuevos diputados, sino que nueve estados renovarían Gobernadores; de ellos, dos eran el foco de atención en particular: Guerrero y Michoacán, donde imperó la ingobernabilidad y el debilitamiento de los gobiernos locales, sumado a casos que dieron la vuelta a nivel internacional y que dejaron con muy mal aspecto las administraciones no sólo de Ángel Aguirre y Fausto Vallejo (ex mandatarios de Guerrero y Michoacán, respectivamente), sino la del mismo Peña Nieto (casos Ayotzinapa, autodefensas, entre otros más).

Así pues, en un ambiente de tensa calma, se realizaron los comicios electorales en todo el país. Como era de esperarse, y aún con un clima político, social y económico bastante adverso al país, el PRI y sus aliados (el Partido Verde, principalmente), volverían a ganar en el ámbito legislativo. En las gobernaciones, el tricolor se llevaría Sonora (que tiene actualmente el PAN, después de que triunfara en 2009 a raíz de la tragedia de la guardería ABC), Campeche, Guerrero, y en un margen cerradísimo con el PAN, también ganaría Colima y San Luis Potosí. El PAN, por su parte, volverá a gobernar Querétaro (después del sexenio priista de José Calzada Rovirosa), y Baja California Sur. Michoacán se lo llevaría el PRD. Pero la elección que causó revuelo fue la de Nuevo León, donde un ex priista, Jaime Rodríguez Calderón, ahora bajo la bandera de ser candidato independiente, arrasó con las votaciones, dejando divididos los sufragios entre el PRI (partido gobernante en la entidad) y el PAN, cuyos personajes postulados quedaron en segundo y tercer lugar, respectivamente.

No es la primera ocasión que un independiente gana una elección. En los años 50, el doctor Salvador Nava, ganaría la alcaldía de San Luis Potosí, bajo un régimen completamente autoritario en el estado y a nivel federal. Sin embargo, el triunfo de Rodríguez Calderón (apodado El Bronco), cobra especial relevancia debido a que será el primer gobernador en la historia de México que no tendrá partido alguno (hasta el momento).

Pero la del Bronco no fue la única elección que se dio con candidatos independientes. Manuel Clouthier hijo, otrora militante panista (como su padre), contendió por un distrito para diputado en Culiacán, mismo que ganó. Otros casos de independientes que triunfaron en las elecciones de 2015 fueron Pedro Kumamoto (por el Distrito 10 de Jalisco), Alfonso Martínez Alcázar  (por la alcaldía de Morelia, Michoacán), y César Valdés (por la alcaldía de García, Nuevo León).

Por otro lado, en el caso de las "izquierdas", llamó la atención el partido Movimiento Regeneración Nacional (mejor conocido como Morena), de Andrés Manuel López Obrador. Y es que, apenas siendo las primeras elecciones donde se presenta este nuevo instituto político, sumó un porcentaje cercano al 9 %, con lo que quedó apenas unas décimas atrás del PRD, mismo que perdió prácticamente todos los bastiones donde se presumía poderoso, incluyendo el Distrito Federal.

En la capital, Morena le quitó al PRD el dominio sobre las Delegaciones Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco, y en la Asamblea Legislativa, obtuvo 16 de 40 distritos locales, empatando con el partido del sol azteca. Al descalabro del PRD en la Ciudad de México, se le sumó la pérdida de la Delegación La Magdalena Contreras (gobernada por este partido durante 15 años), y Milpa Alta por parte del PRI, y el retorno del PAN a la administración de la Delegación Miguel Hidalgo.

Los números de Morena en el DF, prácticamente fueron apabullantes. A nivel nacional, el hecho de que haya alcanzado casi el 9 % de la votación total en la elección, es un indicador de que la figura de Andrés Manuel López Obrador tal vez no esté del todo muerta para los comicios de 2018. Sin embargo, en la capital, específicamente, Morena tuvo como candidatos a antiguos perredistas que tal vez no tendrían oportunidad en el partido amarillo de alcanzar alguna postulación. Quizá ese sea un punto débil sobre el cual tendría que trabajar el nuevo instituto político.

Sin duda alguna, aunque el PRI prácticamente tendrá mayoría en el Congreso, estas elecciones dejaron un mensaje muy claro: el hartazgo de la gente a sólo 2 años y meses de haber iniciado la administración peñanietista y primera tricolor en el siglo XXI. Pero es muy temprano para determinar si Morena o los independientes podrían jugar un papel relevante para la jornada electoral de 2018. En el primer caso, aunque en el Distrito Federal y algunos municipios del país Morena alcanzó buenos niveles, el hecho de que las gobernaciones que se pusieron en juego las hayan disputado el PRI, PAN y PRD, hacen pensar que todavía faltaría mucho camino por recorrer en ese partido político, si es que no existen fracturas antes, como le ha sucedido a prácticamente todos los anteriores. En el caso de los candidatos independientes, la situación es sui géneris, debido a que Nuevo León ha sido un estado que ha puesto el ejemplo elección tras elección, y que, aunque tendrán un gobernador que no milite en partido alguno, no ha sido posible que en otras entidades cuaje o se consolide la idea de votar por un independiente para las próximas elecciones, sobre todo cuando éstos, en los sufragios que se dieron este 2015, apenas alcanzaron un 0.25 % de la votación nacional.

O ustedes, ¿qué opinan? Agradeceré sus comentarios.